domingo, 23 de enero de 2011

Ese Tiempo Perdido

La vida actual nos lleva a tener los minutos contados para cada actividad diaria. Por supuesto que estas actividades están planeadas cronométricamente por nosotros, pero cada cosa que modifique nuestra agenda nos genera una gran frustración, frustración que en oportunidades podemos manejar y en otras nos hace estallar en un ataque de ira.
Pero nos hemos puesto a pensar realmente que tan grave es realmente ese minuto que hemos perdido? O ¿qué nos lleva a estar tan atados al reloj?.
Muchos hablan que estamos inmersos en una cultura posmoderna, con gran carga hedonista, queremos todo y lo queremos ya, solo la rapidez en la obtención de las cosas nos resulta gratificante.
Vemos constantemente como todo apunta a que realicemos las cosas más rápido, de la manera más simple, porque de no ser así provocaría un sentimiento de vacío o nos sentiríamos menos que los demás.
Pero realmente no siempre es así, porque no creo que “perder” unos minutos para ver la puesta del sol, o para pensar sobre lo que estamos haciendo, o recordar momentos gratos sean un “desperdicio” o nos ”muestre” como una persona menos capacitada que otra. Es más, son estos momentos los que muchas veces dan pié a ideas innovadoras, o a la resolución de algún problema que nos tenía preocupados.
Es así como en este mundo que avanza de un modo vertiginoso muchas veces es mejor sacar el pié del acelerador y salir de lo “rápido y furioso” que nos marca la sociedad.
Este ritmo es el que muchas veces nos lleva a estallar en un ataque de ira si perdemos una llamada telefónica por falta de señal, si la impresora ha quedado sin tinta y estamos terminado algún trabajo o si alguien cambió de lugar algún archivo sin avisarnos, o si se cancela a último momento alguna reunión que teníamos programada, y así podríamos seguir, pero si bien es cierto que estas situaciones son molestas no creo que ameriten una “explosión”, más aun si está dirigida a personas que no tienen la culpa.
La ira es algo normal y debe expresarse: si no se expresa y se acumula por dentro, puede generar un sentimiento de profunda frustración e incluso llevar a la depresión. Pero debemos tener cuidado con la forma en que se canaliza la misma, porque de lo contrario estaríamos generando una reacción en cadena con quienes tenemos alrededor.

Sería bueno darnos cuenta que muchas veces nos preocupamos al extremo por situaciones que tienen como solución “un poco de tiempo”.
Es aquí donde debemos empezar, primero evaluar que es lo primordial, y a ello dedicarle ese tiempo, si tenemos un trabajo importante no dejemos la impresión del mismo para último momento, o si tenemos una reunión de trabajo no salgamos con los minutos contados porque es preferible esperar a que nos esperen.
Si estamos en una charla telefónica y se corta por falta de señal no desesperar, aprovechemos esos minutos que no tenemos señal para realizar otra actividad.
Esto suena como la forma “simple” de ver los problemas, pero también es una manera de parar con la vorágine diaria, pero si solo lo aplicamos un poco veremos como se pueden evitar los disgustos innecesarios.
Existen ocasiones en los que perdemos amigos, parejas, solo por no darle un poco de ese valioso tiempo que tanto atesoramos, cuantas peleas y discusiones se pueden solucionar con un simple “ tomemos un café y charlemos”, pero lamentablemente eso implica tiempo que no queremos ceder. Como decía Napoleón “Vísteme despacio que estoy apurado” dediquemos más tiempo a aquello que queremos.

Las personas enloquecen si esperan más de 10 minutos en un restaurante para que les traigan la comida, pero no sería mejor disfrutar esos minutos para organizarnos? ¿O para hablar con la persona que tenemos a lado o realizar el llamado que teníamos postergado justamente por falta de tiempo? Sino, solo tenemos que pensar que esos minutos que esperamos para comer, son en realidad días para aquellos que no tienen comida. También nos preocupamos tanto por el tiempo que nuestros seres queridos nos “roban” con tonterías, pero ¿qué pasaría si esos seres queridos dejaran de existir? ¿No nos sentiríamos peor por no haberles dedicado ese momento tan solo para escucharlos?
Es así como en ocasiones nos enojamos por situaciones que en realidad no ameritan, pensemos que no existe una “conspiración “para hacernos perder el tiempo aunque muchas veces así parezca.
Aunque nos impongan que debemos hacer todo más rápido creo que está en nosotros el imponernos hacer las cosas de la mejor manera posible y con la prioridad que amerite la situación. Perdamos un poco de tiempo dialogando, escuchando, observando, analizando...
Cuantas veces dejamos de hablar con nuestros amigos, o familiares y solo les dedicamos algunas palabras por Chat o mensajes de texto, o cuantas veces pasamos días de manera automática yendo de nuestras casas al trabajo sin siquiera darnos el minuto para agradecer el estar vivos, o por que tenemos una casa o un trabajo, y aquí me detengo porque no va destinado solo a agradecer a un ser superior (cualquiera sea la creencia que posea) es más bien el agradecer mediante la reflexión sobre el hecho de habernos despertado, valorar el tener un lugar donde descansar, y un trabajo al cual dirigirnos, sacar el piloto automático y respirar la alegría de “estar” y de “Tener”. Sino podríamos sólo ver los noticieros para darnos cuenta de lo afortunados que somos por poder tener tiempo, aunque sea para perder, porque son muchos aquellos que no lo tienen ya.
No es que quiera decir que dejemos todo de lado para dedicarnos a una vida contemplativa como la de los filósofos griegos, es más bien que solo no reneguemos tanto por el tiempo que no podemos manejar.
La inmediatez lamentablemente en muchas ocasiones nos ha sacado la capacidad de ser humanos, de escuchar de ayudar, de disfrutar y por sobre todo de Pensar.
Así que si pudieron perder un minuto de su tiempo para leer esto, espero que les sirva para reflexionar un poco.


Verónica De Michielis
Profesora en Psicología